Bienvenidos a Holanda

Cuando estás embarazada te haces muchas ilusiones sobre los próximos meses, sobre cómo quieres que sea el parto, cómo alimentarás a tu bebé, cómo lo vestirás los primeros días y meses y años, cómo lo mimarás, etc. Pero también tienes muchos miedos porque sabes que hay muchas cosas que no están en tus manos.

Hay tantas cosas que no salen como te gustaría o como habías planeado. Desde el número de kilos que engordas hasta la famosa «línea negra» que esperabas que no te saliera pero aparece justo en el último mes cuando pensabas que ya te habías librado. Todas tenemos imprevistos de este tipo que nos molestan más o menos pero al final no tienen tanta importancia.

Pero hay otros que no son tan fáciles de aceptar, porque cambian por completo la visión que teníamos del futuro con nuestro bebé.

Nosotros nos encontramos ahora en esta situación, haciéndonos a la idea de que los primeros días (y meses y años) con este segundo bebé no se parecerán a lo bien que nos fue todo con Ignasi.

Pero, como veréis en el siguiente relato, creemos que lo importante es fijarnos en todo lo bueno que sí tendremos y en la cantidad de buenos momentos que podremos disfrutar. Puede que las cosas no salgan como esperábamos, pero no tiene por qué impedirnos ser los más felices con nuestra ampliada familia 😉

Os dejo con este relato que me gustó mucho y que cuenta la interpretación de una madre sobre la experiencia de tener un niño con síndrome de Down:

Cuando vas a tener un niño, es como cuando planificas unas fabulosas vacaciones a Italia. Compras un montón de guías y haces tus maravillosos planes. El Coliseo, el David de Miguel Ángel, las góndolas en Venecia. Puede que incluso te aprendas algunas frases útiles en italiano. Todo es apasionante.

Después de meses de ansiosas expectativas, finalmente llega el día. Haces el equipaje y te vas. Unas horas más tarde, el avión aterriza. La azafata exclama: “¡Bienvenidos a Holanda!”
“¿¿Holanda??” dices tú. “¿Qué quieres decir con Holanda? ¡Yo he contratado un viaje a Italia! Se supone que estoy en Italia. Toda mi vida he soñado con ir a Italia.”

Pero, ha habido un cambio en el plan de vuelo.
El avión ha aterrizado en Holanda y ahí debes quedarte.

Lo importante es que no te han llevado a un lugar horrible, repugnante y sucio, lleno de pestilencia, hambre y enfermedades. Simplemente es un lugar diferente. Así que debes salir, comprarte nuevas guías y aprender un idioma completamente distinto. Conocerás a un grupo de gente nueva que no habrías conocido en otra situación.

Es tan solo un lugar diferente. El ritmo es más lento y es un país menos llamativo que Italia. Pero después de llevar allí un tiempo, tomas aliento, miras a tu alrededor y comienzas a darte cuenta que Holanda tiene molinos de viento, tulipanes e incluso tiene Rembrandts.

Pero todo el mundo que conoces está ocupado en ir y venir de
Italia. Todos alardean sobre lo bien que se lo han pasado allí. Durante el resto de tu vida, tú dirás, “Sí, allí es dónde se suponía que tenía que ir. Eso es lo que había planeado.”

Pero, si te pasas la vida lamentando el hecho de que no llegaste a Italia, nunca podrás disfrutar de las cosas tan especiales y bonitas que hay en Holanda.

Por Emily Perl Kingsley

10 comentarios en “Bienvenidos a Holanda

  1. teconlene dijo:

    Holanda es preciosa, habrá que aprender a montar en bici junto a los canales, que suena arriesgado, pero vosotros vais en tandem y seguro que os enamoraréis de sus rincones. Un abrazo.

  2. Marta García Solé dijo:

    Me re-chifla este relato, os acompañaremos en vuestro viaje a Holanda!! Bonito, bonito, bonito!

    Por cierto, me gusta mucho la nueva cabecera del blog!

Me gusta leer vuestros comentarios!