En casa nos gusta fomentar las habilidades creativas y manuales. Mi marido es muy creativo (sobretodo a nivel musical, inventarse historias y tener todo tipo de ideas) y a mí me encantan las manualidades desde pequeña.
Por eso siempre he intentado hacer cosas chulas con los peques, para contagiarles esa pasión por el arte y despertar su creatividad. Nos gusta buscar juegos que les ayuden a pensar y usar la imaginación. Cuando estamos en casa nos tiramos en el suelo con ellos para montar cabañas, barcos pirata o lo que haga falta. Y por mi parte tengo me encanta buscar ideas de manualidades en pinterest, etc. para hacerlas con ellos en casa. Ha habido una época en que me motivaba más a mí que a Nani y cuando yo proponía una actividad nueva súper emocionada, él hacía un poco de caso al principio pero luego se iba a hacer otra cosa. Probablemente era demasiado pequeño 😉
En cambio ahora le encanta! 🙂 Supongo que también le gusta poder pasar un rato conmigo, prestándole toda mi atención (algo que le importa mucho más desde que nació su hermana). Pero el caso es que le gustan «mis ideas», como él las llama. Sabe que tengo en el móvil un montón de imágenes de capturas de pantalla con juegos chulos y manualidades que he visto por instagram o pinterest y de vez en cuando le enseño las fotos y decidimos cuál hacemos.
Una de las ideas geniales que había visto mucho por pinterest y me moría de ganas de tener en casa era un carrito del arte. Esto carritos de Ikea son geniales para usarlos en un montón de rinconces de la casa, pero la opción de guardar el material de arte me fascinaba.
Así que ese fue nuestro «capricho» estas vacaciones: comprar el famoso carrito y llenarlo de todos nuestros materiales (que ya empiezan a ocupar): lápices de colores, rotuladores, cintas de washitape, hojas de colores, pinturas, pinceles, pegamentos, gomets, etc.